Dios es ateo como yo...

                                     Dios es ateo como yo
                                     Hugo Margenat

No te mates.
No te yanquices.
No te adulteres.
Calla y deja que Dios actúe por tu acto.
Calla y deja que Dios diga por tu voz.
El silencio de El es
como la risa muerta de los niños.
Dios proveerá el milagro secreto
de tu vida y nadie lo verá
delante de tu espejo,
porque Dios sólo da en lo oculto de las cosas.
Dios no se exhibe como las muchachas
desnudas en las playas.
Dios no tiene prisa.
Dios no tiene tiempo.
El es todo el espacio.
y antes que el "Big-bang"
fuera, El era. Antes que las galaxias fueran,
El era.
El sabe tu ansiedad y
conoce tu temor a la muerte.
El ha sembrado políticamente
su corazón en medio de tu olvido.
El es inalcanzable como un beso. El es
tu ser y tu deseo. El es
tu duda y tu negación a la duda.
El es tu nihilismo contra tu fe
y tu fe contra el nihilismo.
El se protege de ti y
se ha guardado de ti. El es la cita perfecta
como un disparo
sobre la boca.
El es tu axioma más incierto
y tu teorema más cruel.
Es la raíz cuadrada de tu sombra
y la figura enmascarada de tu alma.
Antes que tú fueras, El era.
El es tu día primero de tu muerte
y tu día postrero de tu dicha.
El te ha escogido antes de
que tú pudieras escogerlo.
El aguarda por ti como un asesino perfecto.
El es paciente
como una madre loca.
El es tu sueño y el
sueño de tu sueño. El es
el espanto de un niño que escupe en las vitrinas.
Es la nada
de un adolescente que afila
los cuchillos.
Dios es tu salvador
de tu soga en las escaleras de escape.
Dios es tu propia carne
podrida por el cáncer,
aunque tú sólo oigas el placer
de tu suicidio, la miseria de tu carne perfumada.
Dios se olvida de ti y te recuerda
en las caricias de tu carne.
Dios es tu risa y tu llanto.
Dios es tu mejor deseo
y no desembocará a los deseos
fortuitos de tu carne.
Dios contempla tu envidia
y la envidia de tu envidia.
Dios vio tu muerte y el
día de tu fiesta. Dios no
tiene color. Dios no posee nombre.
Dios te mira en el espanto del espejo.
En el fragor de los besos,
Dios te besa y te lame.
Dios te da lengua en el mejor sonido
de tu orgasmo.
En el temblor de las caricias
Dios tiembla. En el orgasmo
de tu alma, Dios te orgasma.
El se ha vestido de piedad.
El se ha suicidado por ti
veinte siglos al cubo y veinte siglos de luz
sobre el horizonte fatal del universo.
El es la misericordia
(el Ramayana)
en medio de la historia de tu insomnio.
El es la noticia fallida de tu alma.
Dios es el milagro de la vida y
el milagro de la muerte.
Dios es tu desempleo. Tu
enfermedad y tu fracaso.
Dios es el día de tu entierro y
el niño que llora en la mañana.
Nadie podrá dañar tu daño,
y nadie podrá reír con
la boca de tu muerte en las
mil y una noches fatales
de tu alma.
¿Qué digo hoy? ¿Quién soy ahora? ¿Qué extraño
Dios, Amigo mío, qué loco, me picadilla el alma,
me eucarista el bicho, y chorreando de amor,
trémulo, me tiende en los espantos del espejo?
¿Qué ser, qué nada, qué kosa, me faxea
el corazón a los "amigos" que afantasmados
despiertan a la sombra y se tecatan
(día de fiesta al Viernes Santo), se masturban
de odio en los espejos. Cruzan el infierno en
la sombrilla de los héroes que rebuznan
cojos, que tru-trúan jesúsmente, mientras
odian y amuelan sus navajas en la lengua del poeta.
¡Estás enamorado del espanto!
¡Estás lavando el alma de Dios en los sartenes!
Y sé que tu lengua es la casa de Dios.
Tu palabra es la tecata de Dios.
Tu sexo es el gancho mohoso de Dios.
He aquí que Dios yace
en la bañera con las venas rotas.
Dios está a tu diestra
como las muchachas
que beben ron en las playas del insomnio.
Dios es tu omega del día postrero
y el electroshok del presidente
que vende la república.
Dios es tu siniestra y el auto
que estalla en la mañana del domingo.
Dios no te abandonará
delante de los senadores que te roban, y no te
dejará delante de los representantes
que se drogan demokráticamente
ciertos.
Dios te protegerá de la policía cristiana
y te protegerá de los gansters.
Dios no es demókrata ni republicano,
ni rico ni pobre,
ni negro ni blanco.
Y no hay poder como la carne
política de Dios. No hay mercado
que se mantenga contra El posmodernamente.
No hay relojes eternos
que marquen la hora de sus días:
ni Frankenstein's, ni Quasimodos como tú,
ni Melquíades, ni Mefistófeles, ni idiotas como tú
que votan zombimente
cada cuatro años
en las letrinas del sueño amerikano.
No hay pensamiento
que lo abarque marxistamente. Ni poema que
lo desborde líricamente. Dios es más
que la eternidad de tu instante.
Dios es mejor que los poetas esquizos.
Mejor que los filósofos y el vino
que rehuyen la metáfora. Mejor que los filósofos
que escupen el ser.
Mejor que la diferencia y el concepto
de los pensadores,
mejor que la mierda
y los niños que matan en Brasil
todas las noches.
Dios es mejor que el hipérbaton
de Garcilaso
orinando sobre el cuello
degollado de los cisnes.
Dios es Mejor que Darío enamorado de Verlaine y
mejor que Lenin
rechazando a Maiakovski.
Dios anarquistamente
se ha volado la cabeza
en una discoteca de Manhattan.
Dios es mejor que los demagogos de la demokracia
que venden hospitales, y pintas de sangre,
y fetos amarillos y
fetos azules
que no soñó Víctor Hugo
y no soñó Goytisolo
orinando sobre España.
Dios es mejor que Pinochet
guillotinando niñitos universitarios
en los bares liberales de la muerte.
Dios es mejor que los soldados yanquis
y mejor que los políticos idiotas de Rusia.
Mejor que Gandhi y mejor que Luther King.
Dios es mejor que un comic de Superman
y mejor que Nietzsche y mejor
que la muerte de Dios:
mejor que Zaratustra
y mejor que Schopenhauer
o Kant.
Dios es mejor que el platonismo;
mejor que Sartre, o Rimbaud,
mejor que Vargas Vila
elogiando al modernismo
josemartianamente.
Dios es mejor que tu taxi y tu video.
Es mejor que tu cuenta bancaria y los intereses
de tu cuenta de cheques
en la cueva de Montesinos.
Dios es mejor que tu salud sifilítica
y mejor que tu locura sidista
sobre la cabeza cortada de Clavileño.
Dios es mejor que el saber de extraños
profesores anémicos.
Mejor que las ruinas circulares
o la casa tomada
y vanamente
por un poeta
que ha de morir una mañana
junto a los taxis de Dios
en el Gehena.
Dios es mejor que la crítica tautológica.
Dios es mejor que Freud
y mejor que el inconsciente
que inventaran los poetas.
No hay ejército que pueda consumirlo.
No hay saber
que pueda cumplirlo.
Dios es infinito como yo.
Dios es presumido, prepuciado,
endemoniadamente bello.
Dios es antitú,
antisoberbia,
antimierda,
antifama,
antimaestría.
antimujer,
antihombre.
Dios es el Eunuco de Dios
que canta en el coro por los castrados
de Wall Street.
Dios es mejor que Lorca
paseando locamente
por las calles de Manhattan.
Dios es mejor que Macchu Picchu y
mejor que las tonterías
que canta Parra en los buzones de la muerte.
Dios es mejor que el amor
de las esposas sodomizadas,
o como las amantes
masturbadas detrás del bautisterio.
Dios es como la nieve en el infierno de tu alma
y como los niños que
alborotan los columpios.
Quien lo ha oído titubea.
Quien lo sospecha
teme que sea cierto
como un disparo
en la boca de la madre.
Dios es la mescalina temible y deseable
de las rosas de mayo en los parques del exilio.
Dios hunde el espacio de Einstein por tu alma
y te despierta en medio del insomnio.
Dios no se cansa.
Dios no orina en las madrugadas fatigado.
Dios no se fatiga,
ni se estriñe
en los días de Thanksgiving.
Dios no deja de orgasmarte,
ni de soñarte,
ni de eucaristiarte
aunque te horrorice saberlo
y digas como un maestro de
lógica que eres ateo.
Dios te caga turista y
metafóricamente cierto
en los subways de Manhattan.
Dios te faxea,
te imprime,
te chatarra,
te recicla,
te muele,
te ceniza,
te humo y te nada
góngoramente
para que no puedas leerlo en el concepto.
Dios se ríe con mi risa
humanistamente de ti.
Dios te mediumniza en medio
de la traición de tus amigos.
Dios te cuida para que el odio
de tus amigos no pueda matarte
ni Dios ni yvanamente.
Dios te ha prestado los árboles y
te ha obsequiado el sol en las mañanas.
Nadie ha visto a Dios.
Nadie sabe qué es Dios.
Pero la sed está en medio de su copa.
Dios es la dicha de tu carne.
Dios es como una mujer desnuda.
Como un niño que ve el nacimiento
de otro niño
y no puede dormir jamás
al lado de su madre.
Dios es como las gaviotas debajo de la lluvia.
Como millares de cangrejos azules
saliendo de las aguas.
Dios odia como yo a los barcos yanquis
en San Juan
de Puerto Rico
(los tanques alemanes en el silencio de tus labios,
los rifles judíos
en el silencio académico, o leguleyo,
contra los jóvenes palestinos
que se sientan a orar impunemente sobre el Corán
el día de fiesta o el día de la muerte.
--Dios es mejor que los españoles
que expulsaron a los judíos
y a los árabes de tierra mora: una luna y un camello;
una muchacha muerta y una cítara
clavada delante del desierto.
Dios es mejor que los que degollaron
a los indios en tierra americana.
Mejor que los que le arrancaron
la luz de los ojos
a los caciques mexicanos.
Dios es mejor que aquellos
que arrancaron las cabezas,
y quemaron cuerpos
y pasaron vulvas con espadas
y con carimbos
a la luz del mediodía.
¿Dónde están ahora los capitales renacentistas;
o dónde están los grandes humanistas
de la muerte?
La voz nos ha alcanzado en medio del desierto
y lo que había pasado vuelve,
porque la muerte es similar
en todos los espejos y
el aleph o el denario
produce el olor de las mujeres encintas.)
Afortunadamente,
Dios se protege de las espadas de los hombres.
Su distancia lo protege de ti mismo
cuando escupes y blasfemas
las galaxias que se expanden a la velocidad
de la luz de las palabras.
Dios se defiende de tu fe
cuando hostias
hipócritamente
en los primeros bancos de las sinagogas,
de las mezquitas, de los templos
y de las letrinas de tu patio.
Dios es como un tigre
que ha soñado tu cabeza
en medio de la muerte.
Su garra de amor te odia y te juzga
y te desprecia
antipoetamente
y no te dejará ni de día ni de noche
hasta que te encuentres frente
a frente con tu muerte.
Dios es mejor que las cervezas
y mejor que la marihuana.
Dios es ateo como yo.
No te idiotices delante del poder.
No te cretines, hoy, delante de los tanques.
¡Sé loco como Dios,
sé lo imposible!

[Iván Silen]

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