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[Roberto Fernández Retamar]

 

Los feos
Duerme, sueña, haz

 

Los feos
La mano o el ojo inmortal
Que hizo el cielo estrellado, esta bahía,
Este restorán, esta mesa
(Y hasta hizo el tigre de Blake),
También la hizo a ella, y la hizo fea.
Algo en los ojos, en la nariz,
En la boca un poco demasiado pequeña,
O en la frente interrumpida antes de tiempo
Por cabellos de color confuso;
Algo insalvable para siempre,
Que resiste al creyón de labios y al polvo,
Hace que esta noche, junto a la bahía,
En el restorán El Templete,
Esta noche de suave brisa marina
Y vino tinto y amistad,
Ella esté sola en una mesa,
Mirando quizás en el plato de sopa
La imagen movediza de su cara,
De su cara de fea, que hace vacilar
El orden de todo el universo,
Hasta que llega un hombre feo
Y se sienta a su mesa.

Δ

Duerme, sueña, haz

                                           Duerme bajo los Ángeles, sueña bajo los Santos
                                                                                         Rubén Darío

Echan abajo muros que nunca debieron existir
Y levantan o refuerzan otros que no deben existir tampoco
Y un día serán a su vez abajados con estruendo.
Avanzan tanques en la sombra.
Derriban estatuas de gallardos combatientes
Cuyas imágenes verdaderas fueron erigidas para siempre en
  el alma.
Desaparecen o aparecen o se desgarran países
Y otros son invadidos, mutilados,
Y hay lugares donde se celebra con fiestas de colores el
  crimen
Que denuncia una vocecita de niña sola entre altos
  cristales.
Cambian de rumbo armas que ahora sólo apuntan al Sur.

Y tú,

Príncipe, campeón, pirata, capitán, copo de plumas,
Robin por ahora de bosques de lino,
Tigre rojo
En quien tras muchas décadas han reaparecido enlazados
Los nombres de los hijos mayores
De quienes se alegrarían tanto de saberlo
Si no fueran ya polvo en la sombra, sombra en el polvo;
Tú,
Deseado en largas noches de África,
Concebido en Cuba por amor, para el amor,
Sin saber que en tus hombros hoy de rosa
Debes sostener las constelaciones de fuego y la historia,
Más rigurosa, más implacable que las constelaciones,
Estás cumpliendo tus primeros dos meses de haber venido
A este extraño planeta, a esta increíble casa en llamas.
Y como naciste águila y no serpiente de cascabel,
Potro libre en la llanura y no borrego,
Te toca rehacerla y engrandecerla

Palmo a palmo,
Trino a trino,
Flor a flor.


Perdónalos,
Perdónanos,
Perdóname,
Phocás.

Δ

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