Rosa bengalí

Pero fui delicado

Gonzalo Rojas

 

 

Hija de tigre, lasciva de fulgor en la ceguera

escrita de quien sostuvo al mundo

entre nudillos. Míralo: casi un feto al pie

de la escalera. Hija del amarillo respirar,

la ensoñación putita, digamos, que aparece

por costumbre a las seis, como una sombra

que aún hiedra las paredes de Querétaro.

Hija de la grandísima amargura, fiera

sinuosa que encharca en las mejillas

la sangre de febrero, la aciaga cabellera,

los pasos que me siguen desde entonces.

¿Por qué no diste vuelta en otra plaza,

cambiaste de andador sin respirarme,

siendo tan ancho el gris de la avenida?

Fácil hubiera sido y nunca, nunca esotro.

Hija de ti, incestuosa, morada en que reincide

la carne porque es fértil su espejismo.

¿Es que no abriste en Inverness tus lábiles

peciolos? ¿Nadie admiró incendiarse

tus palpos mojigatos en un frío suburbio

de Wisconsin? Fácil y nunca hubiera.

Mas andé tu andador y me arrepiento

de tan blandos relojes, de ahora recordarte

entre los folios del argentino homero. Hija de

la barroca circunstancia: vuelve a tu esfera

púrpura, arrójate sin fe al decimonono

escalón, entra en la grieta lúgubre y, chao,

saludos al invierno, digamos, nunca vuelvas,

que sólo un tigre ciego ha de extrañarte.

 

[Román Luján (Monclava, Coahuila-1975)]

 

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